Mi madre se quedó hospitalizada
cierta vez por 11 meses en Rio de Janeiro.
Yo salía a las 09:30 para llegar a las 10:30 en el hospital, visto que se
ubicaba en el barrio del Rio Comprido. Regresando por las 16h cierto
día, un calor insoportable, al pasar el autobús por la playa de Botafogo el semáforo cerró y vi una
señora sin hogar de apariencia débil, pálida y con el semblante bien
infeliz. Ella andaba con un perrito
negro que mantenía el mismo semblante, lo de la hambre. Cuando resolví bajar,
el autobús arrancó y entonces me senté nuevamente. Podría yo haber saltado en
el próximo punto que todavía daría tiempo de parar la señora con el perrito,
pero en aquél día yo fallé.
Los dos estaban
escuálidos con tanta hambre, era mucha tristeza. Yo hasta el día de hoy me
recuerdo de la cara del perito. Luego yo que siempre di de comer a los animales
de la calle, pues siempre los he considerado víctimas mayores de los seres
humanos, pues los compran y cuando se repugnan del objeto comprado los
abandonan en cualquier esquina.
Intento me justificar,
tal vez porque un día, en la Av. Princesa Isabel en Rio de Janeiro, vi una
muchacha a paseo con su perrito y como era sin hogar, estaba andrajo a tirar el
perrito por una cuerda. Así que lo vi corrí al mercado y compré 2 bolsitas de
carne para el perro. Así que la mascota me vio él fue se aproximando
tímidamente de mí, por instinto ya sabía que allí tenía un poco de comida para
aliviar su sufrimiento. De repente escuché un grito:
- ¡Señora! ¡Mi perro solo
come comida de cacerola! - y repitió por 2 veces con tono agresivo.
Yo podía simplemente
haber dejado allá y le dicho a ella:
- Usted es egoísta y
mala. ¿No ve que él está hambriento? – pero el pobrecito parecía que no quería
pelea y se fue sentarse cerca de ella.
Hoy yo tendría hecho
diferente, tenía comprado 2 marmitas y les dado, pero cuando regresé a mi casa
solo sabía llorar.
Sabe, de todos los
grandes pecados y suciedad que cometí en la vida, eses estoy seguro que los
llevaré al túmulo, además de la eternidad. Por 2 veces Dios me puso frente a
frente con el hambre y nada hice mismo ya teniendo pasado por ella. Me siento
un monstro hasta el día de hoy, pues fallé con mi próximo, no solo con mi
semejante, el perrito era mi próximo y yo nada le hice, me acomodé en la
incertitud de otros hicieren lo que yo debería haber hecho. Como dijo Molière:
“No somos responsables solo por lo que
hacemos, pero también por lo que dejamos de hacer”, estoy en el infierno.
Kátia Paes
No hay comentarios.:
Publicar un comentario