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sábado, 9 de abril de 2016

IMPERFECCIONES

Mi madre se quedó hospitalizada cierta vez por 11 meses en Rio de Janeiro. Yo salía a las 09:30 para llegar a las 10:30 en el hospital, visto que se ubicaba en el barrio del Rio Comprido. Regresando por las 16h cierto día, un calor insoportable, al pasar el autobús por la playa de Botafogo el semáforo cerró y vi una señora sin hogar de apariencia débil, pálida y con el semblante bien infeliz.  Ella andaba con un perrito negro que mantenía el mismo semblante, lo de la hambre. Cuando resolví bajar, el autobús arrancó y entonces me senté nuevamente. Podría yo haber saltado en el próximo punto que todavía daría tiempo de parar la señora con el perrito, pero en aquél día yo fallé. 

Los dos estaban escuálidos con tanta hambre, era mucha tristeza. Yo hasta el día de hoy me recuerdo de la cara del perito. Luego yo que siempre di de comer a los animales de la calle, pues siempre los he considerado víctimas mayores de los seres humanos, pues los compran y cuando se repugnan del objeto comprado los abandonan en cualquier esquina.

Intento me justificar, tal vez porque un día, en la Av. Princesa Isabel en Rio de Janeiro, vi una muchacha a paseo con su perrito y como era sin hogar, estaba andrajo a tirar el perrito por una cuerda. Así que lo vi corrí al mercado y compré 2 bolsitas de carne para el perro. Así que la mascota me vio él fue se aproximando tímidamente de mí, por instinto ya sabía que allí tenía un poco de comida para aliviar su sufrimiento. De repente escuché un grito:

- ¡Señora! ¡Mi perro solo come comida de cacerola! - y repitió por 2 veces con tono agresivo.

Yo podía simplemente haber dejado allá y le dicho a ella:

- Usted es egoísta y mala. ¿No ve que él está hambriento? – pero el pobrecito parecía que no quería pelea y se fue sentarse cerca de ella.

Hoy yo tendría hecho diferente, tenía comprado 2 marmitas y les dado, pero cuando regresé a mi casa solo sabía llorar.

Sabe, de todos los grandes pecados y suciedad que cometí en la vida, eses estoy seguro que los llevaré al túmulo, además de la eternidad. Por 2 veces Dios me puso frente a frente con el hambre y nada hice mismo ya teniendo pasado por ella. Me siento un monstro hasta el día de hoy, pues fallé con mi próximo, no solo con mi semejante, el perrito era mi próximo y yo nada le hice, me acomodé en la incertitud de otros hicieren lo que yo debería haber hecho. Como dijo Molière: “No somos responsables solo por lo que hacemos, pero también por lo que dejamos de hacer”, estoy en el infierno.


Kátia Paes

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