Hay calumnias, humillaciones, privaciones
que nos son causadas por nuestros semejantes, algunas veces solo por el puro
placer, o por pensaren ser mejores, o todavía, se aprovechando de la nuestra
condición de necesidad, sumisa a ellos que dependiendo de la intensidad al cual
fueron hechas, se tornan casi igual al dolor de la pérdida. Con el tiempo ellas
van tornandose cálidas, pero jamás se enfriarán. Son cicatrices que nos marcan
el alma, y como cicatrices, están siempre allá.
Kátia
Paes
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